Antes
de que se hubiesen dado cuenta ya había pasado una semana. Se encontraban a
punto de irse. Justo al día siguiente cogían un avión a primera hora.
Sergio,
Miriam, Paula y Gabriel se habían hecho muy amigos. Los cuatro se volvieron inseparables
desde la comida en el restaurante, y desde entonces a cualquier lugar que
fuesen estaban juntos.
Por
las noches se intercambiaban en las habitaciones. Estuvieron jugando y
cambiándose secretos durante más de una semana, hasta que el día había llegado.
Hacían
una fiesta en el salón del hotel. Las
chicas no trajeron muchas cosas de su ciudad natal para arreglarse, pero
pudieron hacer algún que otro retoque. Tal vez no tan exagerados como otros,
pero bueno, así ellas se encontraban a gusto.
Bajaron
a cenar, y cuando menos esperaban, los dos chicos se acercaron a compartir el
postre con ellas.
Gabi
se sentó al lado de Paula.
-¿Vais
a bailar mucho?-preguntó con guasa.
Por
lo poco que las había conocido, se dio cuenta de que Miriam era muy divertida,
y Paula también. Pero la última era tan tímida que no se atrevería a salir a
bailar.
O
eso pensaba él.
-¡Claro!
Hay que disfrutar la última noche. ¿Verdad, Paulita?
La
susodicha sonrió y asintió. Ella sabía que no iba a bailar mucho, pero no
dudaría en intentarlo.
Observó
las luces de la ciudad de Ámsterdam bajo sus pies. La cristalera del salón
enseñaba toda la ciudad en pleno auge. Allí había vivido una de las mejores
experiencias, y empezó a sentir cosas que jamás sintió. Y uno de los
principales causantes era Gabriel.
El
moreno, que bailaba en la pista, le saludó de vuelta, dando un giro bajo sus
pies. Cómo si se hubiesen leído la mente.
Todo
funcionó bien. La complicidad entre ellos se había afianzado. No faltaron las
bromas, los gestos cariñosos (que a Paula consiguieron hartarle en ocasiones),
las sonrisas y los sonrojos de ambos.
Nada
había ido mal.
Los
acordes de It's
Time del grupo Imagine Dragons
empezaron a sonar.
Ella
se balanceó sobre sus tobillos, aún sin atreverse a salir a la pista de baile y
acompañar a los tres amigos. Aquello rebosaba de gente. Incluso Paco se había
atrevido a bailar una canción al ritmo de Miriam.
Iba
a echar de menos esto.
No
sabía porque pero un sentimiento rumiaba su conciencia desde hace tiempo. ¿Todo
cambiaría cuando llegasen a España?
No
le dio tiempo a reaccionar, pues la mano de Gabriel había cogido la suya y la
arrastró hasta el centro de la pista.
Procuró
que no se le cayese nada de la bebida que se había pedido mientras él le hacía
girar sobre ella misma para acercarla de nuevo. Reía y las mejillas se le
tornaban rojizas. A causa del alcohol y otras cosas.
-I don’t ever want to let you down
I don’t ever want to leave this town
Cuz after all the city never sleeps at night
I don’t ever want to leave this town
Cuz after all the city never sleeps at night
It’s time to begin isn’t it
I get a little bit
bigger but then
I’ll admit I’m just the same as I was
Now don’t you understand
That I’m never changing who I am
Paula
se carcajeó por el tono que usó. Cantaba de pena, pero la sonrisilla no se le
quitó de la cara. Dejó a un lado la vergüenza y comenzó a balancearse al son de
la canción, siguiéndole el ritmo a Gabriel.
El
corazón le latió desacompasado, él se acercaba más a ella y el alcohol hacía
efecto en su sistema nervioso. Empezó a hiperventilar, y cuando tuvo el valor
de mirarle a los ojos y dejar sus miedos apartados, cantó:
- Now don’t you understand
That
I’m never changing who I am
La
canción terminó, y con ella el momento entre los dos. Se miraron durante un
rato, sonriendo, y Gabriel decidió no reprimirse. La envolvió entre sus brazos
mientras a Paula se le atascaba el aire en la garganta.
-Cuando
nos vayamos intenta no echarme mucho de menos.
Rio
y estrechó un poco más el abrazo.
-Lo
mismo digo.
Después
de eso, no les dio tiempo a intercambiar otra palabra. Wiggle sonaba y Miriam se había abalanzado sobre el cuerpo de
ambos. Llevaba unas copas de más, pero aún así consiguió pronunciar lo que
quería:
-¡Paula,
nuestra canción!
Aquella
noche la disfrutaron como nunca. Paula aguantó todo lo que pudo, hasta que los
invitados empezaron con el limbo y decidió
irse a dormir. Necesitaba descansar.
Al
meter la llave en la cerradura, una mano le impidió entrar.
-¿Ya
te vas a dormir, Paulita?
Era
Sergio, y por el tono que había empleado estaba un poco borracho. Ella sonrió y
asintió, mientras le recomendaba que él también debería ir a dormir.
-Vale. Pero..., necesito hacer una cosa antes.
-¿Ah
sí?
Él se
movió unos centímetros más, rozándole con el aliento en la nariz. La chica se
extrañó. Arrugó el ceño al oler el alcohol y levantó los ojos hacia él.
-¿Qué
haces, Sergio?
Entonces,
éste le besó.
Genial cristina me a gustado muchísimo wuapaaaaaaa
ResponderEliminarGenial cristina me a gustado muchísimo wuapaaaaaaa
ResponderEliminarGracias Pepe!!!!
EliminarPero ya ha terminado churry?????
ResponderEliminarNo puede terminar asi!¡!no,??
Pero ya ha terminado churry?????
ResponderEliminarNo puede terminar asi!¡!no,??