#16
-¿Cuántas
llevas ya?
-¡Y
yo qué sé! Aprende a pasártelo bien, Paulita-respondió una achispada Miriam.
Estaban
en la puerta de la discoteca, entre la multitud, haciendo el cutre botellón de
siempre para ponerse a tono y entrar más animada al local. La verdad es que no
se lo estaba pasando bien. Desde la escenita del baño, Gabriel había vuelto a
cerrarse en banda. No había manera de hablar con él, ni siquiera en el metro,
cuando intentó sentarse a su lado. El problema fue la rapidez de Alejandra, y
cómo en menos de dos segundos ya estaba sentada a su lado.
¿A
qué jugaba esa chica?
No
la conocía de nada pero empezaba a caerle fatal.
-¿En
qué piensas?
La
pregunta de Sergio le sorprendió. Él también parecía más contento de la cuenta,
y eso le daba un poco de miedo. La última vez que lo vio así, habían terminado
besándose. ¿Él se acordaría?
Claro
que lo hacía.
No
había pensado en otra cosa desde que la vio entrar por la puerta del bar.
Estaba excesivamente guapa, pero sabía que Gabriel se le había adelantado. No
entendía por qué se comportaba así con su amigo; pero no podía controlarlo. Simplemente pensaba en la idea de él y Paula
juntos y se le formaba un nudo en el estómago. ¿Cómo acabaría la noche?
-En
nada. ¿Y tú? ¿Cómo llevas los dieciocho?
-Bien,
bien-rio, brevemente.-Aún no me he acostumbrado a ser mayor de edad.
Ella
sonrió cortésmente. No sabía qué decirle más. Era Sergio, y en Ámsterdam se lo
habían pasado en grande juntos. ¿Por qué le resultaba demasiado incómodo hablar
en ésos momentos?
Miró
a Miriam en busca de ayuda, sin embargo, se encontró con las carcajadas de la
morena al lado de Manuel. ¿Qué hacía? ¿Ahora no se acordaba de su novio Miquel?
Daniel,
un chico de segundo de bachiller, se acercó con dos cuba litros en la mano. Le
entregó uno a Paula y le dio un sorbo al suyo. Ella no supo muy bien que hacer
con él.
-No
has bebido nada en toda la noche.
-No
me apetece beber.
Eso
sorprendió al joven, pero levantó los hombros, sin quitarle la mirada de
encima. Hacía un rato había visto a su amigo Gabriel mirar a aquella chica
durante un buen rato. Y le entró la curiosidad.
-¿Estás
saliendo con Gabriel?
La
chica, quien le había dado un sorbo al vodzca con limón, se atragantó. Sergio
tuvo que darle unos golpecitos en la
espalda, mientras ella, con los ojos aguados por el esfuerzo, intentaba
recomponerse.
-Pues
no. ¿Por qué lo dices?
-Todos
hemos visto cómo se levantaba cuando tú has ido al baño.
-Bueno,
¿y?
Estaba
roja cómo un tomate, y agradeció que la noche cubriera aquel gesto.
Daniel,
al ver las respuestas directas y agridulces de la muchacha, enseguida supo que
algo había entre los dos. Sus ojos volaron a los de Gabriel, que miraba la
escena un poco malhumorado.
-Tranquila
Paula, no pasa nada. Él esta noche está entretenido con Alejandra-decidió
picarle.
La
chica no contestó. Se le encogió el estómago y tuvo que hacer de tripas corazón
para apartar la mirada del susodicho y darle un trago a la bebida.
A
Sergio no le gustó ese gesto, pero no dudó en aprovechar la oportunidad que el
destino le brindaba. Por eso mismo, una vez habían entrado en el local, con la
música martilleando los oídos de todos los jóvenes y el aire denso divagar por
el rostro de todos ellos, se acercó más de lo normal a Paula. Decidiendo
así disfrutar de su cumpleaños a lo
grande.
Bailaron
un par de canciones, sin ningún tipo de intención de la castaña, que se lo
pasaba realmente bien, mientras unos ojos castaños observaban la escena,
enfurecidos.