viernes, 12 de agosto de 2016

¿Te acuerdas de mí?

#14


-¿Y qué pasó?
-Nada…
-¿Cómo que nada?
-Pues eso, nada. Me dijo que debía ir a casa, porqué su madre le estaba esperando. Y…
-¿Y?
-Y fin, Miriam. Se acabó la historia. No ha vuelto a hablarme. Y tampoco le he visto en el instituto.
Así era.
Después de aquel momento tan apasionado, se habían quedado con cara de tontos mirándose, hasta que el chico se separó con la mala excusa de tener que ir a su casa. Paula, al escucharlo, no supo si reír o ponerse a llorar en mitad de la calle.
¿Pero qué clase de excusa era esa?
-¡Joder con Gabi! Me ha fallado… Era el momento perfecto para besaros.
El sonrojo cubrió los carillos de la joven castaña. No podía evitar pensar en un final bonito para aquel día, pero su cabeza no hacía nada más que repetirle  la estúpida excusa del chico.
-No le gusto Miriam.
-¿Estás de coña, verdad?
-¡Pues no! Y no sigas con el tema, que bastante tengo con las ilusiones que ya me he hecho cómo para que me haga más y la hostia sea más grande.
-Bueno, vale. Con el tiempo se verá.
No quiso responder. Se mordió la lengua y siguió maquillándose. Aquel sábado era el cumpleaños de Sergio, y muy a su pesar, éste las había invitado a las dos. Primero cenarían en un bar y después todo el grupo cogería el metro para pasar la noche en la discoteca más cercana.
Sabía que en la cena se encontraría con Gabriel, y con muchos más amigos. Pero intentaba que eso no le afectara demasiado.
-¿Y qué pasa con Sergio?
-¿Qué pasa con él?
-Ya sabes, Paula, el beso…
Cuando lo dijo ambas callaron. Eso parecía un tema tabú desde que habían llegado a España. Ninguna quería hablar del tema. Paula porqué se seguía sintiendo culpable, y Miriam porqué sabía la verdad del asunto.
-Él no se acuerda.
-Yo creo que sí. A lo mejor si hablas con él…
¡No! Hablar con él, no. Le daba pánico. No entendía el porqué, sin embargo, pesaba que la respuesta del chico alteraría todo su sistema nervioso, y todo lo que estaba ocurriendo con Gabriel. Por eso mismo, decidió no poner más problemas en su vida.
-No. Mejor no.
-Paula…
-¡Vamos a pasarlo bien!
Con esa frase, Miriam decidió callarse. Su amiga no cambiaría nunca, y sabía que lo que menos le gustaba eran los quebraderos de cabeza.
Al llegar al bar, se sintieron pequeñas. Pero pequeñas de verdad.
Todo el alumnado de segundo de bachiller (o casi todo), estaba sentado en una gran mesa del salón. Entre ellos pudieron reconocer a varios. A Brian, el chico por el que todas las féminas del instituto babeaban; a Luisa, la matrícula de honor; Leonor, una chica de lo más insoportable; Manuel, el tercero del grupo de Gabi y Sergio; y muchos más.
Por eso, cuando se quedaron paradas cómo pasmarotes, agradeció que su amiga fuera pizpireta y enseguida se presentara por las dos:
-¡Hola! ¿Hemos llegado tarde? Soy Miriam y ella es Paula.
El primero en levantarse fue Sergio, para después que le siguiese Gabriel. Estaba atónito. Su amigo no le había dicho nada de ellas. Pensaba que estarían los de siempre, por lo que la visita de Paula lo descolocó un tanto.
A parte, dudaba que el vestido negro que llevaba le dejara concentrarse mucho en la cena. Estaba guapísima con el pelo liso y los labios rojos. Parecía mucho más mayor de lo que  era, y tan sólo se había arreglado un poco.
-Hola.
-Hola, ¿qué tal?
No contestó. No le apetecía soltarle: mal, idiota, te fuiste antes de darme un beso.
-Felicidades, Sergio.
-Gracias Paulita.
No pudo evitar abrazarle. Los dos amigos sentían lo mismo, y los dos tenían las mismas intenciones aquella noche con Paula.
¿Acabaría bien?


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